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Revista digital
CLASE MAGISTRAL
27.09.2018

EL DERECHO A LA VIVIENDA DIGNA

Por Helena Liberatori
En primer lugar, quiero expresar nuestro agradecimiento a Su Santidad el Papa Francisco, por habernos propuesto esta reunión en nuestra querida Facultad de Derecho, a fin de reflexionar sobre temas muy dolorosos y de cómo renovar la esperanza en un mundo mejor para todos.

Dijo el Santo Padre Papa Francisco, en su discurso del 9 de julio de 2015 en Santa Cruz de la Sierra (Estado Plurinacional de Bolivia): 

“La Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo y quisiera yo también volver a unir mi voz a la de Ustedes: “Las famosas tres T”: tierra, techo y trabajo para todos nuestros hermanos y hermanas. Lo dije y lo repito: son derechos sagrados”. 

 “…algo tan elemental e innegablemente necesario como el derecho a “las tres t”: tierra, techo y trabajo…, son temas entre los más importantes para la sociedad…” 

Esta reunión trata de estos derechos sagrados.

Y en particular, me referiré al derecho fundamental de acceso a la vivienda digna.

El derecho a la vivienda digna es un derecho de rango constitucional, personalísimo, hace a la dignidad del ser humano. Es un derecho que visto desde la perspectiva del mundo de la satisfacción se encuentra protegido, vigente, pero que visto desde la perspectiva de las necesidades básicas insatisfechas presenta un enorme déficit en relación a muchas personas que la propia Constitución de la Ciudad denomina como integrantes de la “pobreza crítica”. 

En relación a ello, la Ciudad tiene “paradores nocturnos” cuyas lamentables condiciones materiales y de funcionamiento también fueron objeto de una acción judicial en su momento. Además existen hoteles que en la generalidad de los casos presentan pésimas condiciones además del alto costo.

En el caso “Quisberth Castro Sonia Yolanda c/GCBA s/amparo”  que llevara adelante la  Defensora General Adjunta Dra. Graciela Christe, la Corte Suprema dejó plasmada las condiciones edilicias de estos lugares que carecen de habitaciones o baños privados y alojan a más de una familia.  Ese caso redundaba en un perjuicio concreto en la salud del niño, puesto que al no haber más que una cocina común, y dado que el niño por su patología se expresaba en chillidos molestando a otras personas, la madre se veía obligada a darle de comer en la habitación únicamente papillas. Debido a eso, el niño no sabía masticar alimentos. Además el niño, habiendo contraído Hepatitis A por el uso compartido de baños, finalmente pasó a hacer sus necesidades fisiológicas en un tacho en la precaria habitación. 

También las ocupaciones de tierras se vinculan con el derecho a la vivienda en su aspecto deficitario. 

Con motivo de la ocupación del Parque Indoamericano ocurrida en diciembre de 2010 por parte de personas integrantes de un colectivo social, económicamente vulnerables, que reclamaban viviendas dignas para habitar, se suscitó una polémica con respecto al encuadramiento jurídico de esos hechos.

Hay quienes -incluso actualmente- sostienen que es impropio reclamar manifestando u ocupando de facto algún lugar para vivir en defensa de sus derechos personales legítimos y avasallados, sino que existe un delito, -concretamente- el de usurpación. Por la otra, quienes sostuvimos y sostenemos que no hay tal delito, que dicha visión responde al afán de “criminalizar”, y que es un abordaje del conflicto social de corte punitivista, que rechazamos de plano.

Una anécdota no menor en este caso fue que la jueza penal de la Ciudad Dra. Nazar fue denunciada ante el Consejo de la Magistratura de la CABA por esa decisión, que evidentemente, no fue del agrado de las autoridades de entonces. Es que la “sensibilidad constitucional de los jueces” (según el jurista italiano Calamandrei) se da de bruces, y cómo!!!!!!! con la sensibilidad política.

Recientemente, y aludiendo a esta difícil realidad social, en Uruguay el Jefe de Policía Comisario Mario Layera decía en un reportaje: “la incidencia de un consumo desmedido, la exhibición de una oferta de bienes que si uno no accede eso no existe, y núcleos importantes de la población que llegan a la conclusión de que no van a acceder a eso por vías legales (…) Un individuo por fuera absolutamente del sistema (…) Allí hay problemas en el primer nivel de socialización, que es la familia. Luego no van a estudiar. Tienen generaciones de familiares con antecedentes. Mandan a la Policía al frente en vez de enviar asistentes sociales que tengan un registro histórico de esas poblaciones. Ahí es más eficiente un trabajador social que un policía”

 

El aporte de la Universidad de Buenos Aires

La Universidad de Buenos Aires, a través del Programa Interdisciplinario sobre Marginaciones Sociales, organizó en el año 2016 el Segundo Encuentro Participativo: Hábitat y Vivienda, cuyo documento de base releva las siguientes situaciones sociales vinculadas a la falta o insuficiencia de políticas públicas.

Sobre la base de los datos del Censo 2010, la población en la Ciudad no ha variado sustancialmente desde 1947. Cerca de 500.000 personas viven en condiciones habitacionales deficitarias por necesidades específicas de vivienda o por carencia de servicios, precariedad de las construcciones o hacinamiento (el 10,9% en hacinamiento y un 1,6% en hacinamiento crítico).

Parte de esa población vulnerada habita en el 4,8% de las viviendas de la ciudad, que está formada por hoteles, pensiones, inquilinatos, conventillos y construcciones no destinadas a vivienda, y un 6% en villas y asentamientos precarios.

La situación de las villas de emergencia en la ciudad es alarmante por su endeblez. Por un lado el gobierno la ignora sub ejecutando el presupuesto, y desatendió mandatos judiciales específicos (como el de urbanizar la Villa Rodrigo Bueno junto a la Reserva Ecológica o la Villa 20 en Lugano)”, tal como lo destacaba Gabriela Massuh en el año 2014.

Recién con el cambio de gestión del año siguiente el gobierno en la ciudad encaró procesos de reurbanización y de construcción de viviendas sociales en Villa 20, previo episodio de ocupación de un predio en reclamo de soluciones de vivienda y hábitat.

 

Qué es ser pobre?

¿Qué es “ser pobre” en esta ciudad de Buenos Aires”, se preguntaba el hoy Papa Francisco en una de sus homilías en la Catedral.

”En esta ciudad de Buenos Aires están los que “caben” en este sistema y los que no “caben” para los que no hay trabajo, ni pan, ni dignidad. Y esos que “sobran” son el material de descarte, porque también en esta ciudad se descarta a las personas y estamos llenos de “volquetes existenciales” de hombres y mujeres que son despreciados”

Tenemos unos números provenientes del Censo Popular 2017 realizado en el marco de un amparo judicial por sectores oficiales, como la Defensoría General (Ministerio Público de la Defensa) a cargo del Dr. Corti, y más de treinta entidades vinculadas a esta problemática. 

Cabe decir que en la Ciudad de Buenos Aires este colectivo de personas tanto en efectiva situación de calle como en riesgo de estarlo ha sido contemplado en la ley 3706 que establece que anualmente el Gobierno debe llevar a cabo un relevamiento a fin de determinar las consecuentes políticas públicas a implementar.  

De ese Censo surge por ejemplo una prevalencia de varones (77%) por sobre las mujeres (22%); dentro del porcentaje de mujeres se relevaron 41 casos con embarazo en curso, y un 1% de personas transexuales. 

Respecto del rango etáreo de las personas encuestadas, el 33% resultó ser menor de 30 años, el 23% se ubica entre los 30 y 39 años, el 21% tiene entre los 40 y 49 años, el 15% entre 50 y 59 años y el resto supera los 60 años. 

Con relación al tiempo de permanencia en la calle el 38% manifestó estarlo desde hace más de 6 años, le sigue un 20% que está desde hace 3 a 6 años y luego un 18% que dijo estarlo desde hace 1 o hasta 3 años.

La falta de solución a esta problemática queda plasmada también en el dato duro que indica que el 78 % de los encuestados duermen todos los días en la calle. Esto grafica que la situación de las personas en situación de calle no puede resolverse con la existencia de paradores transitorios. Ello nos confirma que pese a la existencia de los paradores hay un gran porcentaje de los encuestados que duerme todos los días en la calle.

Cabe destacar que el 75% de las personas encuestadas (1.608) manifestó no tener ingresos fijos, y de las personas que dijeron tenerlo (409) sólo un 46.7% declaró que proviene de planes sociales, lo que demuestra que el subsidio asistencial que brinda el GCBA no es universal para todos los casos y tampoco estaría siento efectivo para atenuar la situación económica de las personas que viven en situación de calle. 

Atento el incumplimiento de la Ley 3706 por parte del GCBA y considerando que la no generación de políticas públicas al respecto engrosa y subsume aún más al colectivo de personas en situación de calle y en riesgo de estarlo, las acciones desplegadas por el Gobierno de la Ciudad de Bs.As. son insuficientes. 

Dichas acciones encuadran a mi modo de ver en lo conocido como “necropolítica” en términos de Achille Mbembe (2011), quien explica la noción de biopoder desarrollada por Foucault, quien entendía que el poder ha establecido su control sobre el dominio de la vida, en tanto genera las condiciones para que las personas en calle o en riesgo de estar, atraviesen lo que Lauren Berlant (2007) denomina una “muerte lenta”.

Es decir, segrega personas entre las que deben vivir y las que deben morir. 

En la noción de muerte lenta, según Berlant, el foco está en las condiciones sociales estructurales y su articulación con las experiencias vividas, lo que nos lleva al hecho de que hayan personas marcadas por el desgaste. 

 

El desgaste y el descarte 

Hay que advertir que esta experiencia de vida, la del desgaste, no es un período de crisis en la vida de estas personas sino que el desgaste atraviesa todo su período ordinario de vida todos los días de su vida. 

A su vez, este estado de desgaste es naturalizado, y así lo vemos cotidianamente en cualquier parte de esta Ciudad; forma parte de la conciencia ordinaria y se ha entrelazado con la vida cotidiana del resto de la sociedad, es decir, nosotros. 

Lo expuesto queda evidenciado según el aludido informe del Dr. Corti cuando indica que el 38% de las personas encuestadas hace más de 6 años que vive en la calle, el 20% hace de 3 a 6 años que vive en esa situación, y un 18% lo hace desde 1 a 3 años, por lo que es evidente que las personas en situación de calle transcurren allí su vida, y mueren en la calle. 

Trato de imaginar ese drama: debajo de una frazada, alguien muerto. Supongo que lo que sigue es llevarlo a una morgue, muy probablemente como NN y luego sus huesos estarán en las aulas de la Facultad de Medicina. 

Dice Francisco en la Encíclica Laudato SI, hablando de contaminación, basura y cultura del descarte: “la cultura del descarte afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura”. Me temo que estamos en el punto en que también hay seres humanos que son basura. 

Zygmun Bauman  describe a este colectivo social al que denomina “vagabundos indeseables”, “los de abajo”, “los hundidos”. Como también decía el sociólogo argentino de los años 60, José Luis de Ímaz, dentro de la sociedad: “A ‘los de abajo’ les sucede que los echan una y otra vez del lugar que quisieran ocupar. Si no se mueven, a veces les quitan el piso de bajo los pies, Tal vez ocupen un lugar muy desagradable que abandonarían con gusto, si no fuera porque no tienen dónde ir y difícilmente los recibirían de buen grado allí donde quieren decidan instalarse,  “Los ‘vagabundos’ no son bienvenidos en ninguna parte. Son aguafiestas por su mera presencia, no aceitan las ruedas de la sociedad de consumo, no aportan nada a la prosperidad de la economía transformada en industria turística. Son inútiles en el único concebible de la palabra ‘utilidad’ en una sociedad de consumidores o turistas. Por ser inútiles, son indeseados. Por ser indeseados, son candidatos naturales a la marginación, y a convertirse en chivos expiatorios”. 

En igual sentido, el Juez Roberto Gallardo en el caso “Castro Vargas (2006)” dijo: “Para aventar cualquier suspicacia intelectual, que el conjunto de personas involucradas en estos programas asistenciales no está conformado por sujetos antisociales, marginales autodefinidos o delincuentes. En su grandísimo mayoría se trata de grupos familiares excluidos del sistema económico por la desocupación o subocupación. Familias enteras pauperizadas, muchas de ellas con buen nivel de formación educativa y todas deseosas de acceder a un trabajo que les permita “volver” a ser”.

  

Nuestra Constitución reconoce a nuestros pobres y excluidos 

La Constitución porteña, que muchas veces utiliza la expresión sectores de la “pobreza crítica”, o “con necesidades especiales de escasos recursos”, establece en el artículo 31 que la Ciudad reconoce el derecho a una vivienda digna y a un hábitat adecuado, para lo cual también prevé el cómo: incorporación de inmuebles ociosos, planes auto gestionados, recuperación de viviendas precarias, regularización dominial  catastral, y algo muy importante, con criterio todo ello de “radicación definitiva”. 

O sea que la Constitución les hace un lugar en la Ciudad a los “hundidos”. 

Los pobres y excluidos son destinatarios de la tutela constitucional porteña. Por ello, se dispone que la Ciudad debe desarrollar políticas sociales coordinadas para superar las condiciones de pobreza y exclusión mediante recursos presupuestarios, técnicos y humanos (artículo 17); la Ciudad debe asistir a las personas con necesidades básicas insatisfechas (art. 17); debe promover el acceso a los servicios públicos para los que tienen menores posibilidades (art. 17); debe promover el desarrollo humano y económico equilibrado que evite y compense las desigualdades zonales dentro de su territorio (art. 18); debe resolver progresivamente el déficit habitacional, de infraestructura y de servicios, dando prioridad a las personas de los sectores de la pobreza crítica y con necesidades especiales de escasos recursos (art. 31, inc.1); debe promover la integración urbanística y social de los pobladores marginados (artículo 31, inciso 2); debe promover la recuperación de las viviendas precarias (art. 31, inciso 2).

Cuánto de todo ello se encuentra pendiente?

Desde el año 2005 aproximadamente se iniciaron acciones judiciales con intervención activa del Asesor Tutelar Dr. Gustavo Moreno, a fin de que el GCBA reconociera ese derecho y por ende, se reurbanizarán los barrios vulnerados, lo cual significa el tendido de redes para la provisión de servicios públicos elementales como la luz, el agua potable y la sanidad, además de la pavimentación de calles. 

Como antes dijera, la primera sentencia en tal sentido en el 2011 mereció el calificativo de “disparate”, por el entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad. 

Hoy celebramos los varios procesos encarados por la actual gestión de gobierno de la Ciudad, por ejemplo en los Barrios Rodrigo Bueno, Villa 20, Barrio Papa Francisco, la construcción de viviendas sociales en Lugano, y los procesos de consenso llevados a cabo para posibilitar realojos, mejorando así la calidad de vida o posibilitando adquirir la vivienda propia.    

Dice el Papa Francisco en Laudato SI: “Lamentablemente hay una general indiferencia ante estas tragedias, que suceden ahora mismo en distintas partes del mundo. La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil”, apelando en el discurso de Bolivia a que junto con la reivindicación de los legítimos derechos, los pueblos y organizaciones sociales construyan una alternativa humana a la globalización”. 

Hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y de la inequidad”. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión.

No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.

Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y tirar. Hemos dado inicio a “la cultura del descarte” que, además se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son “explotados” sino desechos, “sobrantes”. (53) (cita de la Encíclica Evangelii Gaudium) 

Desde el discurso de Bolivia sobre las tres T, en julio de 2015, he incluido en mis sentencias sobre personas sin techo, estas citas del Papa Francisco que interpelan nuestra conciencia y nos hacen preguntar para qué sirve nuestro trabajo judicial si los balances no son equilibrados, en todo caso, nos mantienen despiertos.

Es como un horizonte que nunca alcanzaremos pero que nos marca el rumbo, como decía Eduardo Galeano: “las utopías, hacen que no abandonemos el camino”.

 

*Titular del Juzgado Contencioso, Administrativo y Tributario número 4 de la ciudad de Buenos Aires.  

 

NOTA

También agradezco a los integrantes del Comité Organizador de esta Jornada Franciscana, Monseñor Sánchez Sorondo, al Juez Roberto Gallardo y al Asesor Tutelar Dr. Gustavo Moreno.