PensarJusbaires
Revista digital
15.04.2015

PINTO: “NO HAY SOCIEDAD SIN DERECHO”

La Decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Mónica Pinto, exhortó a no soslayar el desafío de la actual sociedad global sino a preguntarse si es posible una globalización mejor, con más justicia, menos pobreza y menos asimetrías. Reafirmó que “no hay sociedad sin derecho” y la formación de juristas para la conducción de la cosa pública es prioritaria.
“No voy a volver a contarles qué entendemos por facultad y por universidad, porque ustedes lo escucharon hace cuatro años, aquí y no hemos cambiado de opinión. 
Muchos son los desafíos de las sociedades que, como la nuestra, encuentran su espacio en la América Latina y el Caribe. Somos democracias en permanente construcción, sociedades desparejas en casi todo: ingresos, educación, sistema de administración de justicia. Cumplimos treinta años de renovar democráticamente nuestros gobiernos y aún tenemos problemas de acceso, a la educación, a la justicia, a la igualdad de oportunidades, al desarrollo humano.
Esta casa y las otras casas de la universidad –sus facultades– viven en un mundo globalizado. En un mundo, en el que los países, las jurisdicciones y la gente están cada vez más interconectados. La información y el dinero fluyen más rápidamente que nunca antes. Los bienes y servicios que se producen en una parte del mundo están disponibles en la otra. La comunicación internacional es asunto cotidiano. 
 
El tema no es si hay o no globalización, sino si es posible una globalización mejor, con más justicia, con menos pobreza y menos asimetrías. Una globalización muy difícil pero, sin duda, posible. 
De esta casa egresaron quince presidentes argentinos, varios ministros y legisladores, numerosos jueces, algunos políticos de renombre. Seis de los siete ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación estudiaron en estas aulas y/o aquí ejercieron o ejercen su docencia. Esta es también una escuela de liderazgo. 
Pero también esta casa contribuyó, con la visión esclarecida de sus autoridades en el retorno de la democracia, a la formación de la primera generación de mujeres y hombres que estudiaron derecho internacional de los derechos humanos de modo sistemático y académico. El dato no es menor ya que ellos fueron los primeros en tomar la posta de las organizaciones no gubernamentales en democracia, una de las expresiones de la sociedad civil organizada. Ellos las reformularon y las iniciaron en el litigio de interés público, en el litigio estratégico. Ellos las ampliaron en número, las hicieron crecer con su saber universitario enriquecido con posgrados en diversas universidades del mundo. 
En la formación de quienes ejercen el poder no tenemos ni exigimos compromiso ideológico alguno. Sólo la vieja pero eficaz fórmula de respetar y hacer respetar la Constitución Nacional y las instituciones democráticas y republicanas. Hoy, esto quiere decir estado de derecho, división de poderes, respeto a las instituciones, elecciones periódicas, concretización de la igual libertad y dignidad de todos los seres humanos, equidad de género e igualdad de oportunidades, lucha contra la corrupción. 
No hay sociedad sin derecho. Las normas jurídicas son la gramática de lo social. Y sin gramática no hay lenguaje. Buscamos acá, pues, entrenar en el arte de pensar en derecho. Buscamos una formación básica fuerte que coloque a disposición de cada estudiante una caja de herramientas útiles para desempeñar sus funciones y abrir espacios para profundizar algunos aspectos más que otros. En el grado, queremos graduar juristas –expertos en derecho– y no especialistas de tal o cual rama del derecho. No nos interesa que reciten normas, todas están escritas y disponibles en internet, en computadoras, tablets y smartphones. Aprender derecho no es memorizar normas sino entender el lenguaje del derecho, su dinámica, su lógica, su adecuación a la realidad que regula. En el tiempo de las reformas, ¿qué sentido tendría lo contrario?. 
 
Y esta enseñanza no puede disociarse de quiénes somos y de lo que hacemos. Nuestra enseñanza, nuestro discurso en el aula no puede divorciarse de los actos de nuestra vida profesional. Esta coherencia es la que nuestros estudiantes buscan; la que nosotros estamos llamados a expresar. 
Al mismo tiempo, todos los estudiantes de grado (y de posgrado) suscriben una Declaración de honestidad académica que los ayuda a comprender que otros nos han precedido en algún saber y que no debemos apoderarnos de su trabajo sino que es bueno que los citemos adecuadamente. 
Sabemos, como enseña Boaventura de Sousa Santos, que el siglo XXI requiere universidades y no simplemente educación superior, que sólo hay universidad cuando hay formación de grado y de posgrado, investigación y extensión.
 
Además, nuestros estudiantes participan en no menos de once programas internacionales administrados por la Secretaría de Relaciones Internacionales de la UBA. En todos los casos los programas otorgan becas completas de matrícula, traslado y manutención, solventadas por UBA y las contrapartes. 
Once son los certámenes de alegatos en los que participan equipos de la facultad. En su mayoría en sede internacional y con alegatos en español, en inglés y/o en francés. Cada año el desenvolvimiento es mejor. En 2013 llegamos a las semifinales en la competencia Jessup de Derecho Internacional y en la Competencia Interamericana de Derechos Humanos y a las finales en la Competencia CPI, Jean Pictet y el concurso de arbitraje de Sciences-Po, además de premios y menciones a mejores oradores y memoriales. 
Con los mismos propósitos, la Facultad de Derecho de la UBA participó junto con otras 19 facultades de derecho de España e Iberoamérica en la creación de Sui Iuris con la idea de generar un espacio abierto e independiente donde discutir a propósito de la enseñanza del Derecho y aspectos jurídicos, procurar mejorar las Facultades y Escuelas de Derecho a nivel de Iberoamérica y generar un espacio de intercambio de estudiantes de distintos países y profesores.
La Facultad inició el empleo de las TICs, tecnologías de información y comunicación, a través del programa Derecho Abierto. Estos materiales –clases sustancialmente– serán los primeros a disposición de los estudiantes. Estudiaremos los medios para comenzar con algún tipo de curso a distancia para el CPO, en el entendimiento de que ello facilitará la tarea de quienes están cerca del diploma de grado. No entendemos generalizar su oferta porque pensamos que la relación profesor estudiante es insustituible. Nuestra tarea docente no consiste en contarles las normas, que los estudiantes leerán porque fueron, como nosotros, a la escuela con Sarmiento sino en explicarles los espacios en blanco. 
En este contexto es que propondremos la creación de un centro de estudios dedicado especialmente a esta temática. Nuestros profesores son requeridos como consultores en diversas organizaciones internacionales universales y regionales y su opinión es valiosa. 
La Facultad de Derecho recuperó la voz para hablar, a veces para hacerse oír, respecto de los temas que le son centrales y en los que tiene algún grado importante de experticia. En 2010 generamos el Programa Cuestiones de Estado para ocuparnos de esas cosas. En estos años consideramos cuestiones importantes como las modalidades electorales y la voluntad popular, debatimos los temas principales de la propuesta del gobierno de reforma de la justicia, iniciamos el debate público con los candidatos a los cargos electivos en las elecciones de 2011 aunque no pudimos hacerlo en el 2013 por la renuencia de algunos partidos políticos a participar. 
Las estancias de investigación para el doctorado acordadas con otras facultades harán menos gravoso el imprescindible trabajo de campo de toda tesis que se pretenda novedosa y útil. Dijimos hace cuatro años y lo repetimos ahora que adherimos a los principios de la reforma universitaria, que suscribimos la educación laica, gratuita en universidades públicas, autónomas y cogobernadas. 
 
Respetamos las consignas y todas ellas participan de las elecciones de claustro. Hemos logrado construir entendimientos que nos han permitido tener elecciones periódicas, en ambientes de cordialidad. El respeto por las normas de convivencia y por la infraestructura de la Facultad es un gesto sostenido que vuelvo a requerir y a agradecer.
Nosotros estudiamos y trabajamos en una universidad pública en la que el Estado paga los salarios docentes y no docentes con dineros públicos. Nos debemos a la sociedad en la que estamos, si no fuera por vocación al menos debería serlo por devolución. De eso se trata el área de Extensión, de llevar la Facultad a la sociedad. Lo hacemos con cursos que están abiertos a todos, sin requisitos de nivel educativo, con actividades deportivas y artísticas. También llevamos nuestro saber a la sociedad a través de la práctica profesional en el área de patrocinio jurídico gratuito. Se trata de un departamento en el que trabajan abogados, asistentes sociales, psicólogos para dar asesoramiento y trámite a los reclamos de quienes no pueden procurarse la asistencia jurídica rentada”.●